Punto, plano y el giro inefable
Francisco Zayas, artista salvadoreño, cuyo trabajo de años se ha destacado en las artes visuales de la región, debido a su habilidad para conjugar la técnica con un giro visual. Nacido de un profundo compromiso con la visibilidad plástica, Zayas ha forjado una carrera que abarca múltiples percepciones, protagonizada por el grabado y la pintura al unísono. Su imagen sensorial se caracteriza por un enfoque en el Expresionismo Abstracto, donde la cromaticidad se combina en la comunicación de un universo sensible. Tal como él mismo lo señala, su producción artística surge de su “diario vivir creativo” cuando la experiencia cotidiana, fluye en armonía con “el reconocimiento y la solidaridad”. Igualmente, esas dinámicas diarias, ya sean positivas o negativas conllevan la inversión creativa, consciente y técnica, dando lugar a propuestas que parecen ser el resultado de un azar calculado, pero que en realidad parten de un concepto bien definido de profunda reflexión. Es evidente entonces que el giro es ocular y optimista.
En una de sus piezas en óleo más recientes denominada “Procesos en el tiempo”, Zayas nos presenta cierta mixtura de lo que el ojo recibe y su mirada profunda, orientada a atmósferas luminiscentes, predominando los rojos, negros, verdes, amarillos y azules. Estas paletas, de gran carga cromo-simbólica, conforman composiciones que parecen desafiar la lógica de la forma tradicional, invitando al público a transportarse a un espacio de lo negro, al absorber la luz cromática, siendo lo concreto y lo abstracto un cóctel óptico. Recordemos que el rojo conduce la intensidad aparente y vital; el negro, transmite sensaciones de profundidad y clausura, mientras que el amarillo aporta un dinamismo asoleado o, en su defecto, el azul introduce la transparencia fría. Este juego cromático se despliega sobre un fondo indefinido de formas desdibujadas en trazos que, aunque carecen de figuras reconocibles, evocan sensaciones al receptor pudiendo hacer una lectura puntual, a partir de sus propias vivencias.
Desde la interpretación más profunda, es evidente que Zayas cita la historia de la pintura occidental de las primeras y segundas vanguardias, enfatizando en el gesto directo e instintivo de los opuestos. Los matices configuradores no están ahí para representar objetos de lo real, sino para actuar como catalizadores efímeros de un desenfoque. Al igual que Jackson Pollock o Mark Rothko, Zayas recurre a lo aleatorio, producto de un laberinto artístico muy reflexivo. Los trazos y manchas tonales dialogan en lo interno, hacia un intento de dar forma visual a pensamientos acumulados en un orden luminoso. Como él mismo menciona, todo surge de la acumulación consciente de lo pictórico, lo que le permite transformar la imágen ideográfica en significados espaciales.
Se desprende, en este sentido, una poderosa idea no-figurativa. Mediante su estilo autobiográfico, Zayas logra dialogar con las convenciones de la representación tradicional, optando por un lenguaje visual que, aunque aparentemente caótico, sigue una lógica interna profundamente emocional. Su uso del pigmento, que no solo delimita al código pictórico sino que también organiza las sensaciones, es un claro ejemplo de cómo el abstraccionismo conecta con el interpretante, a un nivel visceral. Francisco Zayas es un integrador de vivencias personales con una sólida base técnica, logrando un balance entre la espontaneidad y el control en sus composiciones. Su mundo visual, nos invita a reflexionar sobre la capacidad del arte para trascender lo visible y adentrarse al color field, no solo como un ejercicio estético, sino una forma de diálogo entre el imago-creador y el espectador opuesto, donde lo importante no es lo que se ve, sino lo que se siente de un sutil giro visual. En fin, a través de su obra se expresa lo inefable.
Dr. Rodolfo Rojas-Rocha.
29 setiembre 2024
San José, Costa Rica.
Obra de Francisco Zayas (El Salvador, San Salvador)
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