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Dimensiones del discurso
Partiendo de
lo más simple, se puede afirmar que el discurso se sitúa
en la antigua oposición entre lengua y habla,
definida clásicamente por Saussure[1]. En ese sentido más sencillo,
discurso sustituye al habla y se opone, por tanto a lengua. Sería interesante
interrogarse acerca de las razones que llevaron
a reformular esta célebre oposición de la
que dio cuenta el fundador de la lingüística moderna, incluyendo
ahora el término discurso. El motivo no proviene específicamente del
campo de la lingüística sino de la necesidad de considerar otro
elemento no tomado en cuenta en la dicotomía lengua-habla. En la medida en que los
investigadores del campo de las ciencias sociales comenzaron a
preocuparse por el sujeto, surge entonces la necesidad de pensar el
problema del habla en unidades más amplias, por ejemplo las
oraciones y los enunciados. Jakobson y Benveniste
realizan entonces una serie de estudios que giran
alrededor de la enunciación implicando al
sujeto de la enunciación. Dice Benveniste[2]:
"El
discurso es producido cada vez que se habla, esa manifestación de la
enunciación, ¿no es sencillamente el "habla"? Hay que
atender a la condición específica de la enunciación: es el
acto mismo de producir un enunciado y no el texto del
enunciado lo que es nuestro objeto". Paralelamente
, Lacan[3] realiza una
puesta similar desde el psicoanálisis. Sin embargo, la enunciación y el habla
contienen universos diferenciados, donde cada uno puede complementarse con el otro.
Michael Foucault
[4] expone sobre las prácticas
discursivas - tema que aborda de diversas maneras pretendiendo dilucidar las condiciones de funcionamiento.
Afirma que Marx y Freud a quienes llama iniciadores de la
discursividad establecieron una posibilidad indefinida de discurso. Según este autor el discurso aparece
entonces - a través de sus condiciones de posibilidad - como el
lugar en donde el poder es ejercido y muestra cómo la
región de la sexualidad[5]
y de la política no se constituyen en espacios de
pacificación sino por el contrario, los lugares en
que se ejercen, de manera privilegiada, algunos de los más
temibles poderes.
"El
discurso, por más que en apariencia sea poca cosa, establece
las prohibiciones que recaen sobre él, al revelar muy
pronto su vinculación con el deseo y con el
poder....El discurso no es simplemente aquello que traduce las
luchas o los sistemas de dominación, sino aquello por lo que, y por
medio de lo cual se lucha, aquel poder del que quiere uno
adueñarse".[6]
El enfoque
estructural ha producido un
traspié en la noción de texto, que Michael Foucault ha determinado en la
adecuada expresión de "monumento". Los documentos han dejado de
serlo:
" Ya no se atraviesa el
lenguaje para atrapar su sentido, despojándolo de los accidentes
históricos, que lo han vuelto opaco, sino que se busca despejar sus
condiciones de posibilidad para explicar su funcionamiento,
con la ayuda de teorías de la lengua, del
inconsciente, de los discursos, de la ideología, etc.,
sistemáticamente articuladas"[7].
Esta
incorporación de varios marcos teóricos no deja de
inquietar a los lingüistas, para quienes permanece la pregunta
por aquello que es de la incumbencia de la lingüística en un discurso y
qué no lo es. Seleccionamos y
sintetizamos algunas de las siguientes acepciones sobre lo que se
considera un discurso[8]:
· El discurso está integrado
al análisis lingüístico pues integra
el sistema de reglas de
encadenamiento que componen el enunciado.
· Como una unidad lingüística
superior a la oración: un enunciado.
· Sinónimo de habla en el
pensamiento de Saussure, pero extendido a los textos.
· Discurso hay que entenderlo
en su extensión más amplia: toda enunciación que supone texto y un lector, y en
el primero, la intención de influir de alguna manera en el otro.[9]
Dado que
el interés que nos convoca tiene que ver con interrogarse acerca de la
teoría de la lectura, de la teoría de la producción de
sentido, es importante exponer que la idea de discurso va cambiando en función
de la teoría de la lectura que es considerada.
Los principios
generales de la dinámica enunciativa son los que rigen la construcción de la
significación y del sentido y los que permiten que las prácticas
artísticas se transformen en
instancias interiorizadas dentro del sistema de conocimientos que construyen
los medios. La situación común y
corriente de todo uso del lenguaje es el diálogo y la polifonía. La dimensión
dialógica y la polifonía es lo propio del fenómeno discursivo, es la
característica por excelencia de las prácticas discursivas en los procesos de
intermediación principalmente en la crítica de las artes visuales.
En este sentido,
el texto de la crítica estética predetermina las posiciones de respuesta del
otro en las condiciones complejas del intercambio verbal de la esfera
cultural. La obra que se comenta
es un eslabón en la cadena del intercambio verbal; parecida a la réplica del
diálogo, ella se une a las obras-enunciadas: a aquellas a las cuales responde y
a aquellas que le responden, y al mismo tiempo, se parece en esto a la réplica
del diálogo la cual está dividida
por los límites absolutos de la alternancia de los receptores estéticos.[10]
La crítica en su
afán de construir sentido edifica diversos autores en el proceso de lectura y
transmisión de datos e información. Determina los testigos del acto de la
enunciación[11].
La dinámica enunciativa en el texto estético de la crítica se sitúa a partir de
las relaciones sociales entre los anunciadores estéticos (enunciador, enunciatario y lo referido
(lo dicho) se manifiestan en el enunciado desde tres etapas que son las que
componen el acto evaluativo de la enunciación estética:
Trabajar en el
nivel enunciativo del texto implica desarrollar estrategias acerca de la
construcción discursiva para comprender que todo discurso y muy especialmente
el discurso escrito en los medios visuales[12]
de la prensa, incluso televisión y radio es una construcción reelaborada de la
realidad en cuya producción se 'ponen en escena' roles discursivos tanto de
autor como de lector y estos roles o voces y puntos de vista allí expuestos no
tienen que coincidir necesariamente con la realidad, se trata de construcciones
enunciativas, de puntos de vista o versiones diferentes sobre la realidad.
Recordemos una cita de Bajtín:
“Aprendemos
a moldear nuestra habla en las formas del género y al escuchar el habla del
otro, sabemos inmediatamente, incluso desde las primeras palabras, presentir el
género, adivinar el volumen (largo aproximado de un todo discursivo), la
estructura composicional dada, previendo el final, es decir, desde el inicio
somos sensibles al todo discursivo que, enseguida, en el proceso de habla
verterá sus diferencias. Si los
géneros del discurso[13] no
existieran y si no tuviéramos su
dominio, y que cada uno de nosotros tuviera que construir nuevos enunciados, el
intercambio verbal sería prácticamente imposible”. [14]
Sugerimos que
las formas de manifestación del enunciado se realizan a través de una doble
dimensión discursiva que ocurre de manera simultánea: la textualidad y la
discursividad, la cohesión y la coherencia respectivamente corresponden al
levantamiento arquitectónico del discurso cuyas bases significativas se
realizan a través de conexiones evidenciando la dinámica relacional social
instauradora de los tres enunciadores que intervienen en el proceso de
semantización del enunciado durante el acto discursivo. [15]
Esta propuesta
cobra hoy no solamente una importancia metodológica sino una importancia
teórica por cuanto permite mostrar por un lado, la manera como se manifiestan
las formas de la lengua en la construcción de la textualidad para dar cuenta de
la significación del texto y por el otro la manera como se organizan las
funciones o actos de habla en la construcción de la discursividad para dar
cuenta del sentido del discurso.
Estas dos dimensiones que se actualizan en todo enunciado se
interrelacionan entre sí a través de una dinámica creativa de negociaciones de
significado y de sentido en toda ocasión de uso social del lenguaje, es decir,
en toda práctica social discursiva[16].
La
discursividad, por lo tanto, es una dimensión de carácter semántico-enunciativo
que permite interpretar la manera como se construyen las relaciones de sentido
en el discurso y el valor que toman las expresiones en términos de actos y de
voces enunciativas. La discursividad estaría entonces ligada a la noción de
coherencia, la cual se refiere a la función que los contenidos del texto están
desempeñando en el discurso: dan información, amplían una explicación,
ejemplifican, definen, contradicen. La coherencia se refiere entonces a la
manera como se realiza el desarrollo elocutivo, la secuencia de los actos
textuales a través del discurso[17].
Se toman en
cuenta varios análisis como el de los componentes de base, de la situación de
enunciación inscrita en el discurso: posiciones, tonalidades. Del mismo modo,
el análisis de la textualidad en sus diferentes niveles: micro estructura,
desarrollo temático, macro estructura y estructura semántica de los tipos de
textos. Y por último, el análisis de los modos organizativos preferidos por los
géneros discursivos: Descriptivo, Expositivo, Argumentativo y Narrativo.
[1]
Saussure, Ferdinand. Curso Lingüística General. Buenos Aires , Losada. 1964.
págs.2040
[2]
Benveniste, 1970.pág 83
[3] Lacan. Escritos I. (10ª edición
revisada y actualizada), México, Siglo XXI.pág 35
[4] Foucault, Michel . Arqueología del
Saber. Siglo XXI, México 1976. pág 20-50
[5] La teoría feminista lanzó un sostenido
ataque contra el logocentrismo , considerado como un importante sustento de las
estructuras patriarcales. Aquí el nombre de Julia Kristeva (1980) figura de
manera prominente.
[6]
Michel Foucault, Ibid. Pág 15
[7]
Maingueneau, Introducción a los métodos de análisis de
discurso, Hachette, B.A.
[8] La idea de sentido común de que la
lengua (escrita y oral) es el medio exclusivo de representación y comunicación
está todavía profundamente arraigada en las sociedades alfabetizadas. Es de
sentido común tanto en la teoría como en nuestra vida cotidiana. En las
humanidades nada iguala el prestigio de las disciplinas académicas fundadas en
el lenguaje o dedicadas a la investigación. Esas disciplinas ofrecen
resistencia aun ahora cuando se consideran materiales no lingüísticos como
fuentes esenciales y materiales de sus actividades.
[9] De acuerdo al pensamiento de Foucault
puede sospecharse que hay regularmente en las sociedades una especie de
nivelación entre discursos: los discursos que se dicen en el curso de los días
y de las conversaciones, y que desaparecen con el acto mismo que los ha
pronunciado; y los discursos que están en el origen de cierto número de actos
nuevos de palabras que los reanudan, los transforman o hablan de ellos… los
conocemos en nuestro sistema de cultura: son los textos religiosos o jurídicos,
son también esos textos curiosos, cuando se considera su estatuto, y que se
llaman literarios; también en cierta medida los textos científicos. Foucault,
Michael. Op Cit. Pag 26-27
[10] Bajtin, 1984:282
[11]
El locutor instaura no sólo la presencia del interlocutor en el texto, sino
también la presencia de otros y su propia presencia, el todo con una actitud
predictiva y evaluativa que conlleva un anhelo de respuesta activa por parte
del interlocutor / lector o de la
instituciones legitimadoras. Y es
a través de esta dinámica que se ordena la historia de la dualidad entre la
legitimación y la actitud vanguardista en ciertos casos.
[12]
Medios visuales es una expresión coloquial que se usa para designar cosas como
la televisión, las películas, la fotografía, la pintura etc. Pero es un término
muy inexacto y engañoso. Todos los supuestos medios visuales, al ser observados
más detalladamente, involucran a los otros sentidos (especialmente al tacto y
al oído). Todos los medios son, desde el punto de vista de la multimodalidad
sensorial medios mixtos. En: No Existen Medios Visuales de W.J.T. Mitchel.
Brea, José Luis Brea. Estudios Visuales.Ediciones Akal y Arco. 2005. Madrid,
España.
[13]
Con respecto a los generos discursivos consultar el Orden del Discurso de
Foucault.
[14]
Ibidem. Pág 150
[15]
Así, las formas de manifestación relacional (léxica, proposicional, funcional),
todos los niveles de funcionamiento discursivo, así como la dimensión del
enunciado se confeccionan en función del género discursivo del cual la
situación de enunciación inmediata o más amplia da cuenta. La significación y sentido del
enunciado están intrínsecamente ligadas al proyecto enunciativo de un género
discursivo específico.
[16]
Esa práctica se ve materializada en la textualidad cuya dimensión es de
carácter semántico-sintáctico a través de la cual se construyen las relaciones
de significado en el texto como un todo. La noción de textualidad está ligada a
la noción de cohesión que se refiere a la identificación de los lazos y marcas
formales que se utilizan para relacionar una información nueva con una
información vieja en el desarrollo proposicional que se realiza a través del
texto. En la textualidad se
estudia la composición ligada a las relaciones léxicas, referenciales y macro
estructurales.
[17]
La discursividad en el texto tiene mucho que ver con la situación de
enunciación, en ella se estudia la heterogeneidad enunciativa, la polifonía,
las implicaturas y sobreentendidos, la organización superestructura del texto y
las funciones realizadas a través del texto.
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