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El territorio, la Cultura de elite y texto de la crítica
Los texto de la crítica también van a
reflejar las dinámicas del gusto de la elites y sus orientaciones estilíticas.
La cultura destinada al gusto, según el concepto de Pierre Bourdieu[1], de los sectores socioeconómicos más
poderosos y la clase tradicional de las élites culturales, también llamada alta
cultura, suele identificarse con las obras únicas, de alto costo de adquisición
y, por lo tanto, económicamente inaccesible para los sectores socio-económicos
de recursos más limitados. La obra podía estar dentro de los circuitos de los
mercados exclusivos o inserta en el tráfico simbólicos de medios con alcances
masivos en lo que denomina la cultura industrial, donde el arte es controlado y
planeado por las necesidades del mercado y es dado a un pueblo pasivo que lo acepta.
Lo que es comercializado es un arte que no cambia y que es formalmente
incoherente, pero que sirve para dar a la audiencia ocio y algo que mirar. El
arte masa para Adorno[2] debe ser subjetivo, cambiante y orientado
contra la opresiva estructura del poder y el arte para las élites culturales,
en algunos casos responde a los mismos parámetros del arte masa que es
consumido, principalmente, por las élites conservadoras. El arte contemporáneo
a pesar de alejarse de los parámetros tradicionales, entra en otro circuito
complejo donde el concepto y la experimentación juega una función primordial,
pero de doble filo, por su compromiso con lo temas y las propuestas acreditadas
por las intermediaciones.
Este campo cultural está conformado por los
artistas (pintores, escultores, principalmente), los marchantes (marchantes,
comerciantes de arte), las instituciones culturales y académicas, como los
museos de arte, las fundaciones y las academias de bellas artes que dan
legitimidad a los bienes producidos, y los consumidores, conformados por los
diversos sectores de mayor poder
adquisitivo que se conforman los grupos de recepción. Los bienes culturales
producidos para el campo cultural elitista se identifican socialmente como las
obras de arte, y los sectores de menores recursos económicos solo pueden
apreciarlos en galerías de arte y los museos. Los participantes en este campo
cultural reivindican fundamentalmente el valor estético de los bienes
culturales producidos y se resisten a concebirlos como objetos sometidos a las
leyes del mercado, como bienes de compra y venta, de circulación ciertamente
restringida. A veces la cultura de elite en Latinoamérica no lo conforma
necesariamente los sectores más poderosos, pues existen grupos alternativos y
vanguardistas que cuestionan el poder político y económico de las elites
económicas locales, principalmente con la instauración de bloques o centros de
producción de pensamiento estético. Con el desarrollo de la Cultura Visual el
Sistema del Arte tiene que compartir y competir con otras estructuras
productoras de sentido que plantean una flexibilización del sistema.
[1]
Bourdieu, Pierre. Capital Cultural,
escuela y espacio social. SXXI. 1997.
[2]
Teodoro Adorno continúa la línea
del análisis del racionalismo como instrumento a la vez de libertad y de
dominio, y de una crítica de la sociedad capitalista como restricción de las
formas de pensamiento y acción. Ver
Teoría estética (1970).
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