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Poder y la crítica de arte

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Poder y la crítica de arte

La noción de poder involucra ante todo el concepto de control sobre dos instancias: los actos de las personas y la mente de las personas; es decir, hablar de poder es hablar de control. El control remite a la limitación de la libertad de acción de otros.  El control de los actos en general puede hacerse directa o indirectamente. El poder moderno es el que se ejerce por medio del control mental: ésta es la manera indirecta de controlar los actos de otros. Sin embargo, de acuerdo con la teoría de la enunciación el poder moderno consiste en influir en los otros por medio del texto escrito a través de la persuasión para lograr que se hagan lo que se quiere. Los grupos que tienen acceso a esas formas de poder y de control social son generalmente grupos que han sido legitimados y tienen a su vez acceso al discurso público. Esto es lo que en Gramsci se conoce como hegemonía.
El texto discursivo es poder y la persuasión es el mayor controlador de actos lingüísticos en la modernidad. Como lingüista Teun Van Dijk ha observado que el control mental se da, generalmente, a través del discurso: como dice, el control mental es discursivo. Reconoce que el poder de los medios de comunicación es generalmente simbólico y persuasivo, en el sentido de tener la posibilidad de controlar, en mayor o en menor medida, la mente de los lectores; sin embargo, el control no se ejerce directamente sobre sus acciones: el control de las acciones, meta última del poder, se hace de manera indirecta cuando se planea el control de intenciones, de proyectos, de conocimientos a alcanzar, de creencias u opiniones.
No solamente las personas que participan en los mass media que son validados sino los textos mediante los cuales este poder es evidente. Se cree que todo lo referente al poder social y político del texto de la crítica  es sólo asunto de historiadores del arte o investigadores de las ciencias sociales; sin embargo, dada la caracterización que se ha hecho, consideramos que los lingüistas tienen mucho que aportar. Hay necesidad de hacer un estudio de las representaciones mentales que, sabemos, incluyen lo que Van Dijk ha denominado cognición social[1], lo cual tiene que ver con factores como actitudes e ideologías compartidas por grupos de lectores. Si somos capaces de relacionar más o menos explícitamente tales representaciones, al igual que sus cambios, podemos echar un vistazo al poder de los medios de comunicación.
Van Dijk apunta que desde una perspectiva más crítica, muchos análisis del poder social implican usualmente referencias al abuso de poder, es decir, a las varias formas de ejercicio de poder inaceptables e ilegítimas, dadas en normas y valores, que favorecen específicamente a los grupos con poder. El análisis del poder que realizamos no tiene su centro de atención en el papel de las elites sino en las formas como el texto de la crítica  es analizado con este principio de la teoría del discurso  ¿cómo habla el texto estético que tiene acceso directo al discurso público, a los medios de comunicación?, ¿cómo y cuándo se logra el acceso al discurso público?
Otro aspecto del discurso es el acceso al poder estético, el cual es ejercido y expresado directamente a través del paso diferencial del gusto, de la moda y de las formas visuales del arte contemporáneo compuesta de temas, contenidos y discursos altamente convencionalizados en muchos casos, principalmente, los lenguajes de las ferias de arte. Y aquí la noción de acceso es muy importante, pues en los textos de la crítica seleccionados en el capítulo tres existen gran variedad de discursos que remiten a estos códigos nuevos dentro del panorama local.
Pensemos, por ejemplo, a qué tipo de discurso tienen acceso los textos de otros medios con menor difusión social; por ejemplo, un artista independiente que no milita estos espacios ¿A qué tipo de discurso tiene acceso? Tiene acceso a una bienal, o a participar en exposiciones sin ninguna difusión social, o la interacción con un mercado ausente o masivo en los centros culturales. Su inserción en los discursos activos y controlados, en donde él puede iniciar el discurso[2] y cerrarlo cuando lo considere pertinente, es pobre. Por supuesto que este artista tiene indisposición también al discurso pasivo de la crítica , tal vez la del periódico en la columna de opinión ó de la crítica de arte, pero en estos casos él o ella no puede interrumpir, o esperar su turno para dar su punto de vista; en suma, no puede participar activamente. Van Dijk señala que este es otro elemento de diagnóstico para localizar dónde está el poder en la sociedad, quién tiene el poder: a mayor variedad de acceso discursivo mayor poder.
En resumen, según el pensamiento de Teun Van Dijk los textos de la crítica artística tienen acceso activo controlado a muchos elementos del evento de la comunicación: establecen las limitaciones de los tópicos determinando quién debe escribir, sobre qué y en qué momento. Los otros, los grupos receptores tienen acceso activo solamente a conversaciones privadas o a opiniones filtradas por los agentes editoriales, entrada pasiva a los medios de comunicación y un espacio parcialmente controlado a los diálogos institucionales. En conclusión, las instituciones o textos producidos por las elites[3] pueden ser exactamente definidos por sus gamas de intromisión al discurso público o a otros discursos importantes y eventos comunicativos. En algunos grupos y en algunos países el acceso libre a la selección de la lengua no existe.
Tanto la acción como los contextos del discurso poseen participantes que son miembros de diferentes grupos sociales. El poder es una noción clave en el estudio de las relaciones grupales en la sociedad. Si alguna característica del contexto y de la sociedad en general tiene efectos  sobre el texto y el habla ( y viceversa), esa característica es el poder. Por lo tanto, es importante analizar brevemente esta noción fundamental, en especial para los enfoques más críticos del discurso.
Los sujetos sociales más poderosos pueden controlar el discurso seleccionando el lugar, los participantes, las audiencias, los actos de habla, el tiempo, los temas, el género, los estilos. Existe un control sobre las estructuras de la interacción[4]:
Este control se puede ejercer sobre todos los aspectos del discurso y de la comunicación. Para detectar las formas de control sobre el texto puedo partir de los niveles del discurso escrito o hablado: de las propiedades o categorías que los discursos poseen y que dan paso a las elites para legitimar o convocar y tener control sobre los oyentes/ lectores decidiendo quién y cuándo puede participar (selección y distribución de turnos); de la división entre acción, sentido, expresión / formulación y de los criterios para decir que existe una desviación e inaceptabilidad con respecto a las normas y reglas estableciendo un acceso diferencial al discurso; finalmente, del análisis del control sobre las estructuras de la interacción[5].
En este sentido[6],  El texto de la crítica por tener una naturaleza axiológica cuyo fin sería, de cierta forma, traducir los símbolos del creador en metáforas poéticas, hace uso de este lenguaje connotativo más que describir. El texto crítico se sirve a menudo del valor connotativo de las palabras, ya sea para exteriorizar sus valoraciones del fenómeno estético que es asumido, ya  para manifestar sentimientos y emociones, o bien para evocar algunas reacción en el receptor del mensaje.  Los procedimientos lingüísticos de connotación de la crítica de las artes visuales se apoyan en los diferentes principios de la lengua: lo semántico (alterando el significado de las palabras[7]), lo morfológico (variando la forma de las palabras), lo sintáctico  (alterando el orden normal de las palabras dentro de la oración), lo lexical (utilizando neologismos y palabras cargadas de connotación), lo gráfico (usando comillas, subrayando, negrita, cursiva, signos de admiración o de pregunta, etc. ) y lo fónico (alterando los sonidos de las palabras). Es necesario entonces observar algunos procedimientos de connotación utilizados en los textos de la crítica[8]:
En nuestra investigación sobre el discurso esteticista en Costa Rica de 1990 al 2000 se detectó que en el comentario o discurso, en los debates y conferencias, y, sobre todo, en la prensa, se habla / escribe sobre algunas expresiones, sobre grandes temas universales como el paradigma centro-periferia, por ejemplo  y tipos de prácticas artísticas vinculadas con el conceptualismo y el arte social y  sobre asuntos planificados por los centros culturales con gran protagonismo. Bien, la pregunta es: ¿qué temas, qué asuntos y qué tipo de asunto es preferido en estos contextos? En general, se escribe sobre problemas, es decir, todo lo problemático encuentra su origen en dichas minorías culturales. Algunos artistas y los periodistas, utilizan de manera sistemática el problema de los grandes temas, claro, convierten a la prensa y al discurso público en el mecanismo central de la reproducción discursiva del poder, pues tienen la posibilidad de decidir qué es importante y cómo se debe valorar[9].
La estructura lingüística que dominan estos texto de la crítica están basadas en las manera de colocación de los elementos oracionales y no constituyen un análisis valioso desde el punto de vista discursivo, porque los discursos se desarrollan oportunamente en el campo ampliado de la enunciación más allá de las ordenaciones lógicas o construcciones lineales del texto. Por otro lado, la ordenación psicológica o envolvente que expresa los elementos sintácticos de interés, no permiten dar claves, por si mismos,  para la lectura de un discurso subyacente en el cuerpo del texto.  A pesar que esta ordenación impulsiva de las oraciones busca impresionar al lector, la intención o el interés del crítico o emisor empírico de la comunicación textual tiende hacia a una interpretación y valoración tomando en cuenta variables metodológicas sin una unidad teórica estructurada.  El texto nos habla, en primera instancia, de la diversidad de niveles y problemáticas que presenta toda propuesta artística, y simultáneamente nos pone en guardia contra la pretensión de un juicio crítico único y definitivo, cuando el carácter de procesos de las obras conlleva, por el contrario,  un despliegue dinámico continuo de nuevos sentidos estéticos. Por tanto, el trabajo discursivo en la estructura sintáctica conlleva un ejercicio de interpretaciones y valoraciones abierto a las reconstrucciones y a las nuevas formulaciones de las obras mismas. El control de las estructuras se puede realizar con niveles bajos de mandos gramatical basándose en el pluralismo de los discursos. Pero, además, el control de la estructura sintáctica se pone en relación con la heterogeneidad cultural que caracteriza hoy nuestra civilización.
Cuando la estructura gramatical del texto se constituye como criterio de análisis presenta una homogeneidad cultural y axiológica  sobre la que es posible fundamentar la unidad del juicio crítico y su pertinencia. Actualmente no hay, en cambio, valores o parámetros culturales homogéneos y por tanto, el control de la estructura está supeditada a estos valores culturales.
En esa situación, el arte mismo deja de tener puntos de referencia estables, como señaló Julio Carlo Argan[10]: … el arte no tiene ya puntos de referencia constante; ni la naturaleza…, ni la historia. Y lo mismo podemos decir de la estructura de la crítica y su orden discursivo, que se ve forzado a  explicitar las opciones teóricas que sirven de fundamento a la elección de una determinada metodología frente a otras, así como al desencadenamiento del acto interpretativo  y valorativo[11].
 En estos discursos, la tradición además de ser evaluada como caduca, es considerada una amenaza con la pretensión de acabar con todo dogmatismo academicista y la conversión final de las distintas experiencias en nuevos academicismos. Para referirse a sus desplazamientos se usan siempre metáforas amenazantes, palabras como «complaciente[12]»; metáforas exclusión, por ejemplo del exotismo cultural: «colores edulcorantes» y decorativismo etc.

Si el tema no es importante para el productor del texto entonces éste pasa a un segundo plano. En general, encontramos una limitación de los temas no solamente al contexto inmediato sino también en la situación específica de los demás agentes de intermediación. Siempre hay limitación. Pero, ¿quién determina esa limitación no sólo del tema, sino de otros factores como estructuras y superestructuras?
Por ejemplo, en la crítica, de acuerdo con el análisis discursivo, existen estrategias con respecto al cambio de producción de sentido[13]. Aquí encontramos de por sí una situación de control. ¿Quién puede interpretar un acontecimiento cultural, como por ejemplo una bienal o la entrega de un Premio Nacional[14]?
Los artistas en la década de los noventa producirán una obra experimental que va a ser esencialmente dirigida a un público especializado y crítico dentro de las confrontaciones en los salones y las bienales. Por consiguiente los textos y el nivel lexical de la crítica estará favoreciendo una obra alternativa, no comercial, ubicando el sentido posmoderno dictado por los centros de poder sobre otros criterios de discurso más localistas y liminales.[15]
En resumen, cada aspecto del análisis del texto de la crítica es controlable y esto es extensivo a textos orales, a conversaciones  y charlas cotidianas. ¿Quién puede iniciar / terminar el discurso ? Este factor es importante. Refiriéndome al ejemplo del crítico, él es quien dice y apoya, y no es el artista quien se conforma con sus posiciones alternativas.
El texto discursivo es poder y la persuasión es el mayor controlador de actos lingüísticos en la modernidad. Como lingüista Teun Van Dijk ha observado que el control mental se da, generalmente, a través del discurso: como dice, el control mental es discursivo. Reconoce que el poder de los medios de comunicación es generalmente simbólico y persuasivo, en el sentido de tener la posibilidad de controlar, en mayor o en menor medida, la mente de los lectores; sin embargo, el control no se ejerce directamente sobre sus acciones: el control de las acciones, meta última del poder, se hace de manera indirecta cuando se planea el control de intenciones, de proyectos, de conocimientos a alcanzar, de creencias u opiniones.
No solamente las personas que participan en los mass media que son validados sino los textos mediante los cuales este poder es evidente. Se cree que todo lo referente al poder social y político del texto de la crítica  es sólo asunto de historiadores del arte o investigadores de las ciencias sociales; sin embargo, dada la caracterización que se ha hecho, consideramos que los lingüistas tienen mucho que aportar. Hay necesidad de hacer un estudio de las representaciones mentales que, sabemos, incluyen lo que Van Dijk ha denominado cognición social[16], lo cual tiene que ver con factores como actitudes e ideologías compartidas por grupos de lectores. Si somos capaces de relacionar más o menos explícitamente tales representaciones, al igual que sus cambios, podemos echar un vistazo al poder de los medios de comunicación.
Van Dijk apunta que desde una perspectiva más crítica, muchos análisis del poder social implican usualmente referencias al abuso de poder[17], es decir, a las varias formas de ejercicio de poder inaceptables e ilegítimas, dadas en normas y valores, que favorecen específicamente a los grupos con poder. El análisis del poder que realizamos no tiene su centro de atención en el papel de las elites sino en las formas como el texto de la crítica se es analizado con este principio de la teoría del discurso  ¿cómo habla el texto estético que tiene acceso directo al discurso público, a los medios de comunicación?, ¿cómo y cuándo se logra el acceso al discurso público?
Otro aspecto del discurso es el acceso al poder, el cual es ejercido y expresado directamente a través del paso diferencial a diversos géneros, contenidos y discursos. Pensemos, por ejemplo, a qué tipo de discurso tienen acceso los textos de otros medios con menor difusión social; por ejemplo, un artista independiente que no milita estos espacios ¿A qué tipo de discurso tiene acceso? Tiene acceso a una feria de arte, o a participar en exposiciones sin ninguna difusión, o la interacción con un mercado ausente. Su inserción en los discursos activos y controlados, en donde él puede iniciar el discurso[18] y cerrarlo cuando lo considere pertinente, es pobre. Por supuesto que este artista tiene acceso también al discurso pasivo de la crítica , tal vez la del periódico, pero en estos casos él o ella no puede interrumpir, o esperar su turno para dar su punto de vista; en suma, no puede participar activamente. Van Dijk señala que este es otro elemento de diagnóstico para localizar dónde está el poder en la sociedad, quién tiene el poder: a mayor variedad de acceso discursivo mayor poder.
En resumen, según el pensamiento de Teun Van Dijk los textos de la crítica artística tienen acceso activo controlado a muchos elementos del evento de la comunicación: establecen las limitaciones de los tópicos determinando quién debe escribir, sobre qué y en qué momento. Los otros, los grupos receptores tienen acceso activo solamente a conversaciones privadas, acceso pasivo a los medios de comunicación y un acceso parcialmente controlado a los diálogos institucionales. En conclusión, las instituciones o textos elites pueden ser exactamente definidos por sus gamas de acceso al discurso público o a otros discursos importantes y eventos comunicativos. En algunos grupos y en algunos países el acceso libre a la selección de la lengua no existe.


[1] Teum Van Dijk. Op.Cit.pág 40-60
[2] Teum Van Dijk. Op.Cit.pág 60
[3] • Selección de turnos, distribución de papeles.  Los grupos culturales dominantes pueden determinar quién puede hablar (escribir) de un determinado tema, a quién puede dirigirse, de qué manera y en qué circunstancias. Aquí toma gran importancia el papel discursivo del escritor-crítico, y las categorías fijas tradicionales que se han definido socialmente: quién comienza el discurso, quién lo puede continuar, quién lo puede cerrar.

Acceso diferencial a los actos de la escritura del texto   .  Quien tiene poder decide la manera que seguirá una situación comunicativa. En las grupos editoriales las orientaciones ideológicas de las publicaciones poseen un mediador quien determina las posiciones conceptuales de la organización. Esto muestra que el acceso a los discursos es diferente y que algunos individuos no tienen realmente acceso libre a los discursos. Quien controla el género discursivo ejerce también un control sobre los actos de producción del texto.


[4] Teum Van Dijk. Estructura y funciones del discurso.
[5] Para hacer este análisis podemos empezar con las estructuras de superficie, como por ejemplo:
• El control de las palabras. En la comunicación  escrita  existe  un control de las palabras que define quién tiene o no legitimidad y autoridad para resaltar un punto o idea dentro del texto.  A este respecto hay muchísimos aspectos que expresan de manera directa la noción de poder; se puede observar que hay una definición de quién expone a quién. Se puede ejercer abuso de poder enjuiciando o favoreciendo; sin embargo, los textos críticos realmente poderosos, con poder supremo, no necesitan esas estrategias. Hoy en día las funciones tradicionales de la crítica de arte: jerarquización de las obras, mediación y orientación del público, son ejercidas  de una modo directo por los distintos filtros de los medios de comunicación social. Este aspecto del discurso escrito y masivo es muy difícil de analizar ya que en muchas ocasiones ni siquiera son los medios de comunicación, son la publicidad, o el diseño en todas sus manifestaciones, los que también realizan un control al sedimentar y segregar una serie de elementos de valoración que encuadran, jerarquizan  y orientan al público. Estos elementos de control y recepción del arte y de los bienes de cultura, como se mencionó anteriormente, establecen persuasiones escondidas que de un modo inadvertido para el grupo de lectores condicionan unas pautas no contrastadas de valoración, que por ello mismo actúan como pautas autoritarias a través de las palabras.  Sin embargo, tenemos para estudiar los textos como aporte de la lingüística y su vinculación con el valor denotativo y connotativo de las palabras utilizadas en los textos de la crítica de las artes visuales.

Junto a estas reflexiones podemos agregar que el valor denotativo de las palabras en su sentido literal y explícito, delimitan un valor objetivo y puramente conceptual. Por otro lado, el valor connotativo es la capacidad de sugerir sentimientos y valoraciones y de producir algunas respuesta emocional en el receptor y depende de sus condiciones sociales y psicológicas de recepción estética para obtener una interpretación. El mensaje denotativo en el arte se agota en sí mismo, ya que simplemente nombra o comunica una obra describiéndola pero no evaluándola. El connotativo, además de denotar, sugiere, evoca, incorpora las intenciones del emisor y las vivencias del receptor.

[6] Herbert Read.La décima musa. Edit. Infinito, Buenos Aires,  1972.pág 88-89
[7] El control de las estructuras  de tema.  Los  temas   son  más  fáciles de trabajar de una manera sistemática que la gramática. La pregunta básica que nos guía es: ¿de qué habla el  texto de la crítica de arte, de qué se puede hablar y quién impone las limitaciones? ¿existe alguna limitación de temas en los discursos sobre arte? En este aspecto hay un control bastante fuerte, es decir, en la mayoría de las situaciones existen limitaciones en la libertad de escoger los temas ya que están determinados por antecedentes historiográficos o líneas estéticas definidas a priori por un grupo o personas. En los espacios editoriales y de publicaciones, el redactor  puede limitar los temas por antecedentes o influencias de grupos de opinión o personales.

[8]  Estos procedimientos constituyen una muestra del tipo de análisis recomendado cuando el texto se va analizar desde el punto de vista lingüístico. Sin embargo, en nuestra investigación estos parámetros coadyuvan a descubrir patrones discursivos por la utilización connotativa de las palabras pero no es determinante para un análisis ideológico completo puesto que el abordaje es meramente operativo. Vease la posición de Michael Foucault en su libro Las palabras y las Cosas con respecto a la construcción del discurso del poder a partir del enfoque cultural del productor y la distinción entre lo discursivo y lo institucional  como dos ámbitos en apariencia desconectados  pero que se relaciona con  espacios como el del manicomio, al vincular  la multiplicidad de discursos en un momento concreto a partir del reconocimiento de unas leyes comunes a todos ellos. Es decir, las connotaciones no están simplemente en el texto sino en sus contextos, intertextos y  sistemas referenciales.
[9]  Control de la estructura sintáctica. En un análisis  sistemático que se hizo para la selección de algunos artículos y textos críticos,  se encontró que existe una estructura sintáctica de las oraciones que equivale a una representación diferencial de temas. Por ejemplo, en ninguno de los diez artículos revisados se encontró una descripción homogénea de las exposiciones, cada uno, de acuerdo a la formación profesional e intelectual de los críticos estuvieron permeados de temas y orientaciones diversas. Sin embargo, como el espacio crítico ha estado fuera de la discusión masiva en los medios, los discursos que conducen tienden a representar la autoría y la posición personal del productor del texto.

[10]  Giuglio Carlo Argan. Progreso y Destino. Pág. 10.
[11] El control de las estructuras de tema, de los contenidos, es fundamental para la difusión de los discursos en el contexto de la crítica de arte. En estos textos constituye el principio que permite el desarrollo de una propuesta o la legitimación de ciertas prácticas en el orden artístico.  En los textos se encuentra también una tendencia a señalar la proclamación de la vanguardia como espacio de síntesis de toda la herencia cultural de la humanidad y el menosprecio excluyente de la tradición, de lo artísticamente recibido, convirtiendo lo nuevo no ya sólo en objetivo estético, sino también como pauta de exclusión.

[12] José Miguel Rojas, Arte Costarricense un siglo. Pág 274.
[13]  De manera similar se puede continuar el análisis discursivo con el control de las estructuras semánticas locales. Los textos  establecen una coherencia entre las proposiciones que lo conforman; esta coherencia semántica se basa en relaciones de niveles de cognición. Nos parece que cuando se puede controlar el discurso, también se controla ese tipo de relación de coherencia; se usan relaciones causales que para otros grupos culturales no valen pero para otros sí, discursos compuestos con conectores complejos.  Se utilizan formas de presuposición negativa acerca de otras manifestaciones, como, por ejemplo, el caso de los artistas más académicos.
 El nivel léxico es el más controlado dentro del esquema del control lingüístico. Es importante observar la selección de las palabras. En un análisis sobre las manifestaciones que surgen en la década de los noventas y que diversifican las expresiones como el grabado. Muchos textos integraran este arte alternativo y se reflexionará sobre sus límites posmodernos[13]. Esto significa que la manera de definir el grabado y su forma de legitimación ha dependido mucho de la posición de quien ha hablado o escrito sobre esta manifestación. Tal como lo hemos venido exponiendo, la selección del léxico en la presentación de ideas o expresiones plásticas novedosas con un franco intento de producir una obra alternativa es una manera de ejercer control sobre el gusto del auditorio y permite contextos de concientización sobre la promoción de estos lenguajes.
[14] Control de superestructuras.  Como ustedes saben, la crítica de prensa tiene un esquema fijo, unas categorías fijas; la categoría más conocida es la de las orientaciones  titulares. No hay crítica sin titular, es una categoría obligatoria de esta y se puede controlar. Debajo del titular, en letras pequeñas siempre hay una información que necesariamente es un resumen; esto también se puede controlar. Así mismo, la textualidad total, si se presenta en forma de ensayo, como es lo convencional, como una historia, se puede controlar. Las categorías fijas se pueden resumir con las siguientes preguntas: ¿quién inicia la comunicación? ¿quién la termina? ¿quién tiene acceso a ella? ¿quién tiene control sobre determinada categoría?

[15] Ibidem. Pág. 270-75
[16] Teum Van Dijk. Op.Cit.pág 40-60
[17] Nivel de especificidad y grado de completud  del texto.  La   secuencia de eventos se puede hacer a diferentes grados de generalidad, algunos muy detallados y claramente localizados, otros vagos, difusos. Así, los hechos que son incómodos para el grupo dominante se describen en términos globales, los nuevos hechos estéticos que favorecen estas manifestaciones serán elementos propios para construir un discurso que permite la completitud del texto de la crítica.

•Control de las formas retóricas:Existe  un acceso diferente  al uso de las metáforas, las comparaciones, las hipérboles, y esta diferencia tiene que ver con aspectos experimentales y usos de otras tecnologías como medios de expresión. Las hipérboles, por ejemplo, parece que son más utilizadas por los críticos como decorativismo, emergentes, marginales, pintura complaciente y  conceptual por ejemplo. La mitigación y la atenuación son, por el contrario, utilizadas como formas de ocultamiento del poder, como forma de persuasión para lograr el control inserto en la esfera de la globalización del arte latinoamericano en la década de los noventa.

[18] Teum Van Dijk. Op.Cit.pág 60

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