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La vanguardia como materialización de la ideología estética

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La vanguardia como materialización de la ideología
Que el pensamiento alemán sobre arte y cultura no termina con Adorno es obvio, pero quienes y cómo continúan pensando en la línea de la crítica cultural no lo es tanto. A menudo, quien conoce la matriz fundamental de la Teoría Estética no se halla tan familiarizado con la recepción crítica de las ideas de Adorno en generaciones coetáneas y posteriores, y sin embargo aportaciones como la de Bürger  son indispensables para entender las diversas maneras de abordar críticamente el debate arte-sociedad en las últimas décadas. El asunto se plantea para ambos, en principio, en un marco semejante: ¿ En que medida el arte encarna a la sociedad? ¿Hay una esfera de valores y acciones situada al margen de la estructura capitalista?
A pesar de las diferencias, Adorno y Bürger coinciden en señalar que la autonomía del arte es un ¨mal necesario¨ para alcanzar un bien mayor, y ambos sugieren que puede ser legítima y necesaria siempre que las sociedades del capitalismo avanzado no hayan sido transformadas. Pero la diferencia es radical en el enfoque que ambos asumen para continuar sus análisis. Si Adorno pone el mayor énfasis sobre las obras de arte autónomas, Bürger, lo hace sobre la que denomina la ¨la institución del arte¨, a la que considera una categoría histórica. Según este autor, Adorno se equivoca cuando incluye movimientos vanguardistas históricos como el futurismo, el constructivismo, el dadaísmo y el surrealismo temprano bajo el concepto de ¨arte moderno ¨. La vanguardia es un fenómeno histórico único que, rebasando el enfrentamiento moderno contra los géneros y las técnicas tradicionales, ataca, como se dijo anteriormente,  a la totalidad de la institución burguesa del arte.  Este ataque es a la vez una autocrítica cuyo objetivo es reintegrar el arte en la práctica de la vida.
El punto de disensión más fuerte es sin duda el argumento de Bürger de que la vanguardia reta al principio de autonomía que opera tanto en la historia del arte burgués como en la teoría estética de Adorno. Se desprende de lectura de Bürger  que quizás la autonomía concebida al modo de Adorno sea,  a su vez, un concepto que se torna posible por el mismo entramado al que desde la lejanía  crítica.
El objetivo de la teoría de la vanguardia de Bürger en relación a la producción textual de la crítica  es ofrecer un utillaje teórico que dé el soporte conceptual a los intentos de la vanguardia de transgredir los límites de la institución del arte, borrar las fronteras entre sociedad cultural y política y devolver al texto crítico a su lugar dentro del conjunto global de las prácticas sociales.  El estudio del futurismo, el dadaísmo y el primer surrealismo es así, para Bürger, una exigencia insoslayable si se quiere indagar de modo científico en el posible efecto social del arte en nuestros días. Hay algo en lo que los movimientos vanguardísticos no tuvieron éxito y que es precisamente el rasgo que los define como tales: su propuesta de borrar la barrera entre arte y vida, entre arte y sociedad. Este deseo de traspasar las fronteras del arte sólo se hizo carne en los movimientos de vanguardia de comienzos del siglo XX y luego se perdió. Los movimientos neovanguardistas de los ´50, no sólo se consideraban dentro del sistema artístico y no tenían ninguna intención de cambiarlo, sino que además volvieron a la idea de artista como excéntrico, como diferente, introdujeron al consumo en su arte pero separándose, distinguiéndose cada vez más de la masa consumidora.

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