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El contexto, discurso y la distribución del arte

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El contexto, discurso y la distribución del arte
“Las revistas de arte son viables, fundamentalmente, gracias a los anuncios de las galerías e instituciones artísticas. Que, a su vez, gracias a la fe pública de sus críticas, crónicas y reportajes, llegan a los compradores potenciales: individuos privados, corporaciones, entidades políticas. El doble circuito ideológico-comunicativo-económico-mercantil queda así circularmente cerrado”.[1]

Los discursos son memorias de evoluciones, posiciones y orientaciones de unos teóricos quienes aplican el análisis, la reflexión y el juicio sobre determinadas prácticas artísticas. Estos discursos periféricos, también se vinculan a los centros de poder ([2])se presentan de distintas maneras, se interpretan en condiciones particulares, dialogan entre sí, excluyen otros discursos minoritarios no menos importantes que pueden ser monopólicos y participativos, conservadores o liberales, monodisciplinarios o multidisciplinarios, académicos y retóricos. Se plantean a partir de los intermediarios institucionales y corporativos  quienes establecen nuevas redes de disertación en la recepción estética.
El problema del discurso del gusto sobre la excelencia del hecho artístico radica en que no es como la Ciencia. Es ante todo un producto de la dinámica del sistema del arte donde los medios de comunicación construyen narraciones sobre la expresión y la opinión pública de la práctica estética. Toda audiencia tiene una posición estética, aunque su validez es subjetiva.  Emmanuel Kant,([3]) precursor de la estética moderna, en su Crítica del Juicio (1790) intentó dar una solución a este problema indicando que el juicio puro de lo bello es desinteresado y se atiende a las meras combinaciones formales. No obstante, la crítica no es desinteresada puesto que tiene objetivos claros en el proceso actual de circulación de la obra plástica. El interés de la crítica contemporánea se podría enfocar en variados puntos como proyectos de iniciativas institucionales, colectivas y propuestas innovadoras.
Ahondar los estudios de la crítica del arte entendiendo sus particularidades y confrontando espacios teórico diversos, con herramientas tomadas de la historiografía del arte y de otras disciplinas, es un recurso utilizado también en otros sistemas similares como la antropología y el psicoanálisis al integrar conocimientos para obtener opciones metodológicas flexibles que vislumbren las intencionalidades y las formas retóricas de las disertaciones científicas.
De hecho, hay que clasificar indagaciones obtenidas de sistemas y paradigmas discursivos contradictorios, individualistas, y para eso es necesario conocer como se comentan las prácticas artísticas en el medio costarricense. En fin, la investigación pretende como vía de especialización académica, la identificación de los discursos, valorados a las luz de distintas metodologías de acuerdo a sus naturalezas ideológicas y clasificar e interrelacionar sus elementos constitutivos basados en las fronteras invisibles entre lenguaje y retórica, ciencia y arte, circulación y consumo.
Desde sus inicios como un medio de registro hasta su transformación en una de las formas de expresión política y artística más poderosa de la humanidad, la palabra escrita revela siempre un tipo de discurso, un emisor y las intencionalidades de la comunicación. En este sentido la literatura que discursa sobre la cultura material y el arte se erige como descriptora y narradora en su proceso de producción, circulación y consumo.
 Recordemos que los discursos escritos bautizan y aceptan el reconocimiento de las obras plásticas e introducen su aceptación elitista en los canales institucionales del arte. Su influencia sobre los procesos artísticos es poderosa gracias a sus medios consolidados de intercambio social, al orientar y manipular en ciertos casos voluntades dentro de las políticas culturales atadas a prácticas poco contextualizadas o carentes de investigación.
Aquí cabe mencionar la importancia del discurso escrito como ideología, es decir, en las representaciones que se forja una sociedad en un momento dado de su historia, teniendo en cuenta la fase de desarrollo material y económico que ha alcanzado. Marx  lo dice puntualmente: «...la moral, la religión, la metafísica y todo el resto de la ideología, así como las formas de conciencia que le corresponden, pierden inmediatamente toda apariencia de autonomía».
 Los discursos no son imparciales sino un producto de la división ideológica y social del trabajo. Aquí la ideología no se ve solamente desde un punto de vista de la conciencia de clase dominante, sino como un sistema de ideas de gran altura, el cual está sutilmente enraizado en los textos y de difícil reconocimiento a simple lectura. Estos sistemas son los que mantienen la lógica de la estructura literaria y sirven de marco estructural de toda la  armazón teórica del texto crítico.
Ello no ignora que los discursos como narraciones sobre el Arte conforman en sí mismo una convención, una forma concreta de institucionalización de la experiencia estética donde pocas veces las dinámicas de la crítica con su impulso vital y cambiante, funcionan independientemente de las condiciones y de los contextos de cultura específicos4. Además, en materia del gusto no hay mejor comprobación que el paso del tiempo. Es decir los discursos de la crítica[4] se solidifican en la repetición constante y lenta a través de los canales de difusión social. Hay que tener en cuenta que el encuadramiento institucional de las propuestas artísticas que se construyen como obras requiere tiempo, mucho tiempo. Y que los  tamices de los expertos que, lógicamente, pueden ser erróneos con mucha mayor frecuencia cuanto menos distancia temporal existe, tanto por problemas de perspectivas como por la mediatización de todo tipo de intereses, tiende a resultar mucho más ajustado a la larga, cuando la distancia temporal sedimenta suficientemente las propuestas. los juicios y las valoraciones.
Conviene en todo caso avanzar, ya que lo que llamamos crítica en nuestra tradición de cultura es una manera específica desinstitucionalización de las corrientes estéticas, con diversas variantes y oscilaciones en las distintas épocas de esa tradición. La crítica constituye una convención cultural dependiente siempre de los cambios y modificaciones de los contextos ideológicos en los que se escribe, por tanto, los discursos van variar al nutrirse a partir de las convergencias de la teoría del arte, la estética, el mercado y la actualidad.
La crítica se entiende, además de las otra aproximaciones que se han ofrecido en el transcurso de la investigación,  como la enunciación de un veredicto de valor aplicado a obras literarias, artísticas o musicales, sostenido con argumentos demostrados en el saber sincrónico de la obra y su relación con la similitud diacrónica del contexto cultural. tanto, como un elemento clave en la clasificación y  jerarquización de las obras de arte, así como en la formación del gusto del publico.
Los discursos en este sentido, comprenden el conjunto de juicios  vinculados a los razonamientos intelectuales, los cuales tienen generalmente un patrón teórico o devienen de sistemas de ideas preconcebidas. A veces estos argumentos van acompañados de intereses económicos, políticos y culturales.  Asimismo, los discursos pueden diferenciar los géneros artísticos y reflexiones sobre la estética de las artes plásticas, donde se da un uso general de la idea de la crítica aplicada al conjunto de las artes, y una fundamentación filosófica de la misma.  Los discursos que organiza  la  crítica se despliegan en paralelo a una actividad (expositiva), de presentación pública de obras singulares o colectivas, vienen a solicitar un principio de ordenamiento por el que el espectador naciente pueda situarse ante ellas sin quedar a la deriva. El discurso establece distintos géneros gracias a su amplitud narrativa, es decir, se elabora en el contexto y luego se adapta a las distintas condicionantes de la actualidad y del momento presente.
En cuanto al razonamiento pronunciado socialmente tenemos la tarea de los medios de comunicación masivos y las diversas estrategias de circulación de los mensajes elaborados en la reflexión, teorización y construcción de discursos, pensamientos, conceptos y estructuras ideológicas, que se difunden de grupo a grupo hasta llegar a establecer una red compacta, patrocinada por esos y poderes intermediarios de la obra artística. Los discursos se adaptan a las presiones del medio o a las posibles nuevas aproximaciones a la obra de los artistas De ahí el poder de respeto que inspira el crítico de arte quien depende, en  parte, de su personalidad intelectual, pero también es directamente  proporcional a la importancia objetiva del medio en el que escribe, Victoria Combalía reconoce los condicionamientos de la crítica y sus  discursos de las presiones de los artistas y galeristas (las más frecuentes), el crítico ha de defenderse, en primer lugar con estrategias diversas para preservar su espacio privado».
En cuanto al perfil del discurso y sus fuentes de elaboración es importante que el crítico tenga que estar informado de toda la historia del arte y no sólo de las últimas corrientes. Todo es presente pero la información debe ir acompañada de un gusto acertado y actualizado: la visión del pasado tendrá siempre presente los criterios valorativos y analíticos que interesan en la actualidad. Otros de los factores de que determinan los discursos se encuentran en la forma de escribir del crítico- La prosa debe ser correcta sin los vacuos ejercicios literarios donde el significante suplanta al significado, de modo claro, jugoso y expresivo. La escritura y el discurso tienden a seducir al lector también por la erudición literaria, comprometida con los asuntos de su tiempo, con sólida formación histórica-artística, sentido didáctico y ético. Las informaciones deben ser sólidas y fundamentadas otorgando valores y exhibiendo criterios. En este sentido, los discursos se pueden abordar desde parámetros historiográficos construidos en la modernidad desde el Renacimiento hasta la formación de la teoría del arte en el Siglo de las Luces. Los primeros escritos o discursos sobre el arte que se presentaron en forma de descripciones de obras o episodios anecdóticos en la vida de los artistas, se remontan al mundo griego.[5]
Las presiones emocionales sólo resisten con unas ciertas corazonadas psicológicas que suelen adquirirse con la experiencia. Por ejemplo , la mitad, de las profundas amistades que un crítico tiene se vienen abajo cuando deja de ejercer en un medio poderoso (ello sucede, evidentemente , en cualquier otro trabajo en donde se ejerce un mínimo de influencia social. No es sencillo escribir buenos comentarios artísticos de actualidad pero lo más difícil es sobrellevar las adherencias sociales, económicas y políticas del oficio.
Muchos artistas, comisarios de exposiciones, galeristas, directores de museos, gerentes culturales y hasta coleccionistas asedian al crítico para que escriba sobre los trabajos o propuestas que ellos quieren.  Lo paradójico es que casi nunca están satisfechos con lo que dicen sobre los asuntos de su interés; cuando el comentario resulta positivo es porque se lo merecen, y de ahí los elogios les parezcan casi siempre insuficientes; si la valoración resulta negativa, el crítico es un personajes detestable.  Todo ello genera en los críticos algunos mecanismos de defensa como el de no escribir sobre lo que lo que no les gusta, o bien adoptar, un lenguaje neutro, simplemente descriptivo, de lo que ve. Los discursos se adaptan a las presiones del medio o a las posibles nuevas aproximaciones a la obra de los artistas                     
En cuanto al perfil del discurso y sus fuentes de elaboración es importante que el crítico tenga que estar informado de toda la historia del arte y no sólo de las últimas corrientes. Todo es presente pero la información debe ir acompañada de un gusto acertado y actualizado: la visión del pasado tendrá siempre presente los criterios valorativos y analíticos que interesan en la actualidad. Otros de los factores de que determinan los discursos se encuentran en la forma de escribir del crítico- La prosa debe ser correcta sin los vacuos ejercicios literarios donde el significante suplanta al significado, de modo claro, jugoso y expresivo. La escritura y el discurso tienden a seducir al lector también por la erudición literaria, comprometida con los asuntos de su tiempo, con sólida formación histórica-artística, sentido didáctico y ético. Las informaciones deben ser sólidas y fundamentadas otorgando valores y exhibiendo criterios. En este sentido, los discursos se pueden abordar desde parámetros historiográficos construidos en la modernidad desde el Renacimiento hasta la formación de la teoría del arte en el Siglo de las Luces. Los primeros escritos o discursos sobre el arte que se presentaron en forma de descripciones de obras o episodios anecdóticos en la vida de los artistas, se remontan al mundo griego.[6]
Los ideales artísticos de cada crítico modificarán sus discursos pues éstos reflejarán su visión del mundo con respecto al tema tratado. Estos ideales se ven modificados por las influencias de los mismos artistas o intermediarios quienes desean modificar a su favor las posiciones ideológicas de los discursos. Los mecanismos de defensa se relacionan con una actitud negativa, pues quien escribe con saña y con frecuencia sobre obras o artistas que les parece censurable, es generalmente una persona con poca experiencia y con pocos años de oficio.
Sin embargo, tenemos además, de la historiografía como herramienta de análisis revisionista otra herramienta que se vincula al consumo y el juicio de la crítica, la cual tiene una datación específicamente moderna entre los componentes del arte, resultado de la cristalización del sistema de las bellas artes. En este sentido, los salones nacionales franceses exponían sólo los artistas miembros de la academia y las ferias los inventores de las nuevas tecnologías estetizadas vinculadas con la industria.  Posteriormente, por la incidencia pública de esos ¨salones¨ cuando el siglo XVIII  se permite la libre entrada a todo el mundo, aparecerá de forma paralela una institución de gran importancia por su papel de mediación entre los productos artísticos y su recepción social: la crítica del arte.
Los ideales artísticos de cada crítico modificarán sus discursos pues éstos reflejarán su visión del mundo con respecto al tema tratado. Estos ideales se ven modificados por las influencias de los mismos artistas o intermediarios quienes desean modificar a su favor las posiciones ideológicas de los discursos. Los mecanismos de defensa se relacionan con una actitud negativa, pues quien escribe con saña y con frecuencia sobre obras o artistas que les parece censurable, es generalmente una persona con poca experiencia y con pocos años de oficio.
Sin embargo, tenemos además, de la historiografía como herramienta de análisis revisionista otra herramienta que se vincula al consumo y el juicio de la crítica, la cual tiene una datación específicamente moderna entre los componentes del arte, resultado de la cristalización del sistema de las bellas artes. En este sentido, los salones nacionales franceses exponían sólo los artistas miembros de la academia y las ferias los inventores de las nuevas tecnologías estetizadas vinculadas con la industria.  Posteriormente, por la incidencia pública de esos ¨salones¨ cuando el siglo XVIII  se permite la libre entrada a todo el mundo, aparecerá de forma paralela una institución de gran importancia por su papel de mediación entre los productos artísticos y su recepción social: la crítica del arte.


[1]  José Jiménez, Op Cit. Pág 156-57
[2] Néstor García Canclini. Culturas Híbridas. Pág 10-15.
[3]Kant,Emanuel. Observaciones acerca de lo bello y de lo sublime. Madrid, Alianza.1984, 
[4] Jiménez, José. Op. Cit.Pág. 179.
[5]  Plinio. Historia Natural. Ed. pag
[6]  Plinio. Historia Natural. Ed. Pág.

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