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El discurso y el texto de la crítica
El discurso –el
texto crítico- pasa a ser el objeto teórico de esta investigación Cassetti
establece que: El discurso aparece
como un plano o un nivel específico, constituido por una serie de
procedimientos- que resaltan también la técnica de la enunciación –
irreductibles a la virtualidad de una lengua o un sistema de signos como es el
léxico: el discurso se hace en concreto de una situación comunicativa o en la
particularidad de una determinada producción simbólica[1]
El análisis del discurso como enunciación aparece en el ámbito de
la productividad social: lugar donde los códigos se atraviesan con los
contextos y donde, en condiciones siempre específicas y concretas emergen los
textos de la crítica como signos, no como hechos discursivos autónomos y
preexistentes, sino como funciones-signos generadas por la propia dinámica
discursiva.[2]
Ya lo hemos
advertido en el primer capítulo. El discurso de la crítica, a la vez que se
define como una serie de elecciones – y de exclusiones-sobre el cuerpo
estructurado de los códigos, se manifiesta a su vez, como un cuerpo, dotado de
una estructura autónoma con respecto a la de los códigos que la sustentan. Y,
en segundo lugar, porque entre una y otra estructura, como efecto de ese
proceso de elecciones y exclusiones que generan el discurso, se dibuja el lugar
del sujeto de la crítica.
Su discurso
emerge así, necesariamente, como un nuevo objeto teórico de primer orden para
la discursividad social, obligando a una profunda remodelación de la geografía
del saber de esta disciplina sociolingüística trazada sobre la noción de poder
y código lingüístico.
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