-->
Teoría de la vanguardia como ideología de la superación artística.
Vamos
ubicarnos en el primer concepto de Vanguardia que cuestiona la crisis del
academicismo artístico. Si durante tres siglos las distintas academias de
letras y artes propiciaron una nueva estima social de las artes y los artistas
ubicados, junto con las ciencias y el conocimiento, en el plano más elevado de
la actividades del espíritu, a larga terminarían por limitar la libertad
creativa de los artistas al imponerles crecientemente formas de expresión
convencionales.
Lo
anterior se explica cuando se habla de las nuevas tendencias artísticas, no
sólo del istmo, sino en Latinoamérica[1]. Todas esta condiciones han engendrado e
importado paradigmas internacionales y transnacionales a través del discurso de
la crítica transterritorial[2].
Como consecuencia de estos inicios en las estructura de una cultura de las
critica de arte, se establecieron
paradigmas sintomáticos que explican las formas de generar discursos
como líneas de investigación basadas en las estéticas foráneas que modelaban
pautas de trabajo en los curadores. La importancia de la investigación reside
en el entendimiento de la anatomía y tipología de los discursos construidos que
discuten sobre la obra plástica y
comprender las distintas formulaciones teóricas desarrolladas desde sus bases
hasta sus comportamientos en el campo de la crítica nacional periodística.
Recordemos que los discursos escritos
bautizan y aceptan el reconocimiento de las obras plásticas e introducen su
aceptación elitista en los canales institucionales del arte. Su influencia
sobre los procesos artísticos es poderosa gracias a sus canales consolidados de
intercambio social, al orientar y manipular en ciertos casos voluntades dentro
de las políticas culturales atadas a prácticas poco contextualizadas o carentes
de investigación.
Aquí
cabe mencionar la importancia del discurso escrito como ideología, es decir, en
las representaciones que se forja una sociedad en un momento dado de su
historia, teniendo en cuenta la fase de desarrollo material y económico que ha
alcanzado. Marx lo dice
puntualmente: «...la moral, la religión, la metafísica y todo el resto de la
ideología, así como las formas de conciencia que le corresponden, pierden
inmediatamente toda apariencia de autonomía». Los discursos no son imparciales
sino un producto de la división ideológica y social del trabajo. Aquí la
ideología no se ve solamente desde un punto de vista de la conciencia de clase
dominante, sino como un sistema de ideas de gran altura, el cual está
sutilmente enraizado en los textos y de difícil reconocimiento a simple
lectura.[3] Estos sistemas son los que
mantienen la lógica de la estructura literaria y sirven de marco estructural de
toda la armazón teórica del texto
crítico.
Ello
no ignora que los discursos como narraciones sobre el Arte conforman en sí
mismo una convención, una forma concreta de institucionalización de la
experiencia estética donde pocas veces las dinámicas de la crítica con su
impulso vital y cambiante, funcionan independientemente de las condiciones y de
los contextos de cultura específicos.
Además,
en materia del gusto no hay mejor comprobación que el paso del tiempo. Es decir
los discursos de la crítica se solidifican en la repetición constante y lenta a
través de los canales de difusión social. Hay que tener en cuenta que el
encuadramiento institucional de las propuestas artísticas que se construyen
como obras requiere tiempo, mucho tiempo. Y que los tamices de los expertos que, lógicamente, pueden ser
erróneos con mucha mayor frecuencia cuanto menos distancia temporal existe,
tanto por problemas de perspectivas como por la mediatización de todo tipo de
intereses, tiende a resultar mucho más ajustado a la larga, cuando la distancia
temporal sedimenta suficientemente las propuestas. los juicios y las
valoraciones.
Conviene
en todo caso avanzar, ya que lo que llamamos crítica en nuestra tradición de
cultura es una manera específica desinstitucionalización de las corrientes
estéticas, con diversas variantes y oscilaciones en las distintas épocas de esa
tradición. La crítica constituye una convención cultural dependiente siempre de
los cambios y modificaciones de los contextos ideológicos en los que se
escribe, por tanto, los discursos van variar al nutrirse a partir de las convergencias
de la teoría del arte, la estética, el mercado y la actualidad.
[1]
Darío Chinchilla, Arte contemporáneo como espejo y frente al espejo. Suplemento
Ancora. La Nación. Domingo 21 de agosto de 2005. pág. 4.
[2]
Concepto utilizado por Garcia Canclini en su libro La Globalización Imaginada
para designar todo artista o protagonista en el panorama internacional
desvinculado de los regionalismos locales y las estéticas trasnochadas, pero
seguidor de las últimas tendencias estéticas de los centros y circuitos
culturales más importantes como las casas editoriales, las revistas, las bienales y las ferias de arte de
las metrópolis.
[3]
Marx. Introducción al marximo. Ed.
Comentarios
Publicar un comentario